Investigador merideño: “Venezuela ha venido gestando un pensamiento comunal en torno a lo económico”

Caracas, 15 de abril de 2025 (Prensa Mincomunas).- Carlos Gutiérrez, investigador de la Comunidad de Aprendizaje e Investigaciones Comunales Kléber Ramírez, destacó que las comunidades, como los pueblos cimarrones e indígenas, representan importantes ejemplos de economía comunitaria.

“Se pueden identificar diversas formas de desarrollar la economía y garantizar la reproducción de la vida en ejemplos como los pueblos cimarrones y algunos resguardos indígenas. Estas comunidades lograron establecer sistemas integrales para la reproducción de la vida y de la materialidad, basados principalmente en una relación estrecha y respetuosa con la naturaleza [no humana]”, señaló el economista e historiador Carlos Gutiérrez, durante su participación en el programa radial “En clave comunal”.

El historiador también hizo referencia a investigaciones recientes que destacan ejemplos concretos de economías comunitarias, como el Plan Pueblo a Pueblo y el Mercado Ticoporo en Barinas.  “Hace aproximadamente cuatro años, formé parte de una investigación llevada a cabo por el Observatorio de Economías Populares, en el marco del Primer Informe sobre Economías Populares. En este estudio se analizaron 17 experiencias provenientes de distintas regiones del país, abarcando zonas del occidente, oriente y centro. Estas experiencias incluyeron empresas de propiedad social establecidas en comunas, así como proyectos como el Plan Pueblo a Pueblo, que está vinculado a diversas comunas a nivel nacional, y el Mercado Ticoporo en Barinas, un espacio que concentra la producción de múltiples consejos campesinos y comunas de esa región”, recordó.

En tal sentido, aseguró que los resultados de esta investigación fueron muy interesantes. “Un dato destacado es que estas 17 experiencias lograron abastecer de alimentos a más de un millón de personas a lo largo de un año, a través de diversas formas de distribución y mecanismos de protección de la soberanía alimentaria. Además, todas estas iniciativas están relacionadas con la preservación de semillas, la creación de bancos de semillas, la producción agroecológica y la autoformación colectiva que permite integrar a las comunidades, especialmente a los jóvenes, en espacios productivos comunales”, relató.

Carlos Gutiérrez subrayó la importancia de reflexionar sobre los mecanismos de creación de valor desde una perspectiva comunal. «Debo decir que, en Venezuela, se ha venido gestando un pensamiento comunal en torno a lo económico, con elementos muy interesantes. Un ejemplo que quisiera poner, en esa dirección, tiene que ver precisamente con esto que es la elaboración de mecanismos de valor», platicó.

Citó ejemplos donde asambleas comunitarias y planificación colectiva han definido precios y han asegurado una distribución justa, todo en respuesta a las presiones del bloqueo imperialista estadounidense.

“Existen diversas experiencias destacables, como la Chocolatera ‘Che’ Guevara, ubicada en Tucaní, en el estado Mérida. Este espacio ha logrado un nivel sobresaliente de purificación y refinación del chocolate, al punto de producir un producto de alta calidad con perfil exportador. Además, la gestión de esta empresa ha sido verificada, demostrando la implementación de mecanismos deliberativos para el desarrollo de sus productos y la definición del perfil de mercado en el que se comercializan. De modo que podemos ir verificando que existen algunas aristas, algunos elementos que dejan un contorno sobre lo que podríamos llamar a la reflexión económica en torno al tema comunal. La situación generada por el bloqueo y la presión del imperialismo sobre el país ha colocado al tema económico en el centro del debate”, manifestó.

Disputa por los imaginarios en la economía comunitaria

Carlos Gutiérrez, historiador y economista, explicó los retos asociados a la construcción de un imaginario alternativo al modelo capitalista. Según él, el sistema capitalista se ha arraigado profundamente en las personas, creando lo que describe como un “muro” que, aunque sólido, ha comenzado a mostrar grietas gracias a los esfuerzos comunales reflexivos y prácticos que generan otras formas de relación y producción.

Aseguró que uno de los debates clave en el país se centra en el cuidado de la naturaleza no humana, visión que se contrapone al modelo capitalista, un sistema explotador y de muerte. Como ejemplo, destacó el caso del sur del lago de Maracaibo, donde las comunas y los consejos campesinos luchan contra el avance de monocultivos y promueven, en cambio, la defensa de la agrobiodiversidad, como fundamento para una relación de respeto con la Tierra.

“En el territorio del sur del lago, la población vinculada a consejos campesinos y comunas ha reconocido la importancia de defender la diversidad biológica. Esta diversidad no solo representa una riqueza natural que mejora las condiciones de vida de las comunidades, sino que también permite un uso más eficiente del suelo y fomenta una relación de respeto con la naturaleza [no humana] para la producción agrícola”, indicó.

En este aspecto, Carlos Gutiérrez también subrayó cómo el bloqueo ha llevado a un redescubrimiento de conocimientos ancestrales, lo que ha permitido recuperar prácticas agroecológicas en zonas agrícolas como Mérida, Lara y Cumaná.

Detalló que estas comunidades han regresado a métodos tradicionales que eliminan la dependencia de insumos importados como agrotóxicos y semillas industriales. Dijo que esta recuperación no solo refuerza la autonomía productiva, sino que se alinea con la filosofía del buen vivir, un concepto andino que enfatiza la producción local y sustentable.

“El concepto del buen vivir, centrado en lo comunitario y territorial, está comenzando a dar frutos concretos. Un ejemplo notable y significativo se encuentra en el estado de Mérida, con implicaciones a nivel nacional. Durante la vaguada que afectó la zona panamericana, especialmente en Tucaní, el año pasado, la Comuna ‘Che’ Guevara enfrentó la emergencia ambiental prácticamente sin intervención de las autoridades municipales o nacionales, debido a las dificultades de acceso al área. En respuesta, se estableció una alianza productiva entre las comunas ‘Che’ Guevara y El Maizal, mediante la cual esta última garantizó la producción de harina para abastecer a las personas aisladas en la Comuna ‘Che’ Guevara y sus alrededores. Gracias a la organización comunal, en menos de dos semanas, se logró solventar la capacidad de consumo y la necesidad alimentaria de muchas personas, lo que aseguró su supervivencia en un momento crítico. Fui testigo de eso”, contó.

La economía comunitaria en el contexto nacional e internacional

Carlos Gutiérrez, investigador de la Comunidad de Aprendizaje e Investigaciones Comunales Kléber Ramírez, ubicada en Los Curos, estado Mérida, deliberó sobre cómo las experiencias de economía comunitaria en Venezuela se articulan con los escenarios nacionales e internacionales.

Según el historiador, iniciativas como el sello Hecho en Comuna, promovido por el Ministerio de las Comunas y los Movimientos Sociales, representan un esfuerzo significativo para visibilizar y distribuir productos elaborados en espacios comunales.

“Ha habido un esfuerzo muy interesante desde el Ministerio de las Comunas con esta propuesta de Hecho en Comuna, una marca que representa productos elaborados en espacios comunales. Actualmente, esta iniciativa cuenta con más de 50 productos bajo la marca, los cuales ya tienen presencia en espacios de distribución en diversos estados del país, especialmente en Caracas, donde más se distribuye. ¿Cómo vincular esto con el escenario internacional? Yo creo que resulta relevante observar las tensiones que han emergido en los últimos años a nivel global. Existe un consenso creciente entre economistas y académicos, independientemente de si son de izquierda o de derecha, en la insostenibilidad del sistema capitalista. Este consenso trasciende ideologías y reconoce los límites del sistema económico global, en especial la capacidad de la naturaleza [no humana] para sostenerlo. Existe, además, anuencia de que el sistema económico actual está en decadencia o incluso agotado».”, aseveró.

Carlos Gutiérrez agregó que el agotamiento de este modelo económico destructivo y de muerte, combinado con políticas como las implementadas por el presidente estadounidense Donald Trump, ha generado una inestabilidad global que afecta la soberanía alimentaria y la capacidad de exportación de los países.

“En este escenario, las experiencias territoriales y locales que se están desarrollando en Venezuela, orientadas en la soberanía alimentaria y la autogestión, especialmente en la producción de semillas y alimentos, representan una herramienta vital para enfrentar estos desafíos. Obviamente, existen aspectos que, debido a las propias condiciones actuales, quedan fuera de las posibilidades inmediatas de debate o acción. Es fundamental profundizar en cómo vincular el desarrollo tecnológico en los espacios comunales e industriales con una economía para la vida. En este sentido, los espacios comunales requieren avanzar hacia cierto grado de ‘industrialización’ e incluso mecanización. Esto permitiría no solo ampliar y diversificar su capacidad productiva, sino también generar redes de valor que prioricen las necesidades más esenciales de la vida”, formuló.

Diferencias de la economía comunal del modelo capitalista

Durante el programa radial, el economista Carlos Gutiérrez reflexionó sobre los principios esenciales que distinguen el sistema económico comunal del modelo capitalista, en la que destacó cómo la economía comunitaria busca romper con relaciones de opresión y dominio heredadas de modelos extractivistas y verticales.

“En el espacio comunitario, el sistema económico comunal establece que la gestión y el manejo de un espacio productivo deben ser de carácter asambleario, basados en una premisa de horizontalidad. En este modelo, se prioriza lo político, entendiendo lo económico como una expresión más dentro de un sistema integrado. Esto permite construir una economía eminentemente democrática, donde la participación de todos los miembros está orientada hacia el interés comunitario, enfocado en la producción y creación conjunta. Por otro lado, otra diferencia interesante con la economía capitalista está en la naturaleza del mercado. En el sistema capitalista, el mercado opera como un espacio abstracto, incluso deshumanizado, que determina precios, cantidades de productos y su distribución”, especificó.

Como muestra de estas diferencias, el historiador mencionó el caso de la Comuna Luisa Cáceres de Arismendi, en el estado Anzoátegui: “Hace unos años, se reflexionó profundamente sobre el manejo de los desperdicios. Se planteó que, si el proceso se limitaba únicamente a la recolección y traslado a rellenos sanitarios, no habría diferencia significativa respecto a una empresa capitalista dedicada a la recolección de desechos sólidos. Tampoco se distinguiría de otras empresas nacionales que realizan esa misma labor en Venezuela. A raíz de esta reflexión, surgió un principio fundamental. Este fue la creación de un espacio de formación enfocado en mejorar las prácticas de recolección de desechos sólidos y en fomentar la conciencia sobre la reducción del impacto ambiental del ser humano, por ejemplo, en la disminución del consumo. Los resultados fueron notables. La comunidad experimentó un mejoramiento significativo en sus espacios, además de una creciente concientización, especialmente entre la juventud, sobre la necesidad de disminuir el consumo. Porque no se trata de un mero reciclaje: hay que cambiar el modelo de consumo”.

Descolonización del gusto

Carlos Gutiérrez, historiador y economista, se refirió a los esfuerzos de las comunas venezolanas para abordar la descolonización de los gustos y la redefinición de las necesidades humanas, aunque reconoció que aún falta mucho en este aspecto.

Destacó la experiencia de la Comuna 16 de septiembre en Mérida, donde una panadería comunitaria transformó el uso de harina importada de trigo por harinas alternativas como la de auyama y yuca.

“El año pasado se importaron en el país entre dos mil y tres mil millones en harina de trigo para la elaboración de diversos productos derivados de este insumo. Sin embargo, en una panadería de la Comuna 16 de septiembre se planteó el desafío de hacer las cosas de manera diferente. En esta se logró producir harina de auyama y de yuca. Se desarrolló un proceso muy interesante entre la comunidad y la panadería, donde se destacó la importancia de la descolonización del gusto. Como parte de este esfuerzo, se realizó un ejercicio de comunicación sobre los beneficios nutricionales de la harina de auyama, destacando su impacto positivo en el organismo al generar menos obstrucción en la circulación sanguínea. Es decir: se hizo todo un trabajo de concientización ahí”, citó.

Un ejemplo muy parecido se dio en la Chocolatera “Che” Guevara, que priorizó la elaboración de chocolate con mayor contenido de cacao y menos azúcar. A pesar del rechazo inicial por parte de las personas, el esfuerzo incluyó campañas de educación nutricional en escuelas y liceos, lo que logró finalmente un cambio en los hábitos de consumo y en la percepción del producto. “Hoy por hoy es un producto que la gente reconoce en su paladar, que ha adaptado el paladar, ha concientizado el paladar”, resaltó.

Carlos Gutiérrez también mencionó el trabajo del Plan Pueblo a Pueblo en Trujillo, donde se rescataron elementos como la batata y el chachafruto, reintroduciéndolos en la dieta local mediante actividades de degustación y difusión cultural. “Son productos de un alto contenido nutricional, pero que habían desaparecido del escenario gastronómico por los mecanismos del mercado capitalista”, comentó.

En el ámbito tecnológico, Gutiérrez subrayó los avances de comunas como El Maizal, que han trabajado junto con el Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil para desarrollar insumos agrícolas, como semillas y fertilizantes naturales que reducen el impacto en la naturaleza no humana.

“Son varios ejercicios muy importantes que se vienen dando en el país. Hasta la fecha, hemos recorrido más de 30 comunas a lo largo y ancho del territorio nacional. En cada una de ellas, hemos estado presentes, observando y analizando las dinámicas propias de sus espacios. Hemos notado una intención clara de transformar el ámbito productivo, lo que refleja, además, el compromiso de las comunidades con otras formas de relación con la naturaleza humana y no humana”, evidenció.

Hacia una economía para la vida

Para finalizar, Carlos Gutiérrez resaltó la importancia de reconfigurar la relación entre las comunidades y la naturaleza no humana, como un eje central en la construcción de una economía para la vida.

Según el historiador y economista, Venezuela cuenta con una biodiversidad impresionante que enfrenta dos fuerzas en constante pugna: por un lado, la producción extractivista que niega y destruye la vida toda, y por otro, la producción comunal que reconoce la naturaleza no humana como productora y reproductora de vida.

Para Gutiérrez, superar estas tensiones requiere no solo reconocer esta pugna, sino también actuar con conciencia, diseñar agendas y programas claros, e implementar iniciativas audaces, “necesarias para afrontar los desafíos de la crisis civilizatoria”, concluyó.

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