Caracas, 18 de marzo de 2025 (Prensa Mincomunas).- “Recuperar la comuna es recuperar la esencia de lo humano”. Así lo manifestó la filósofa mexicana Katya Colmenares, en el programa radial “En clave comunal”.
De acuerdo con la maestra descolonial, el ser humano es, por naturaleza, comunitario. En su conversa con la periodista Nerliny Carucí, la pensadora descolonial citó al filósofo Enrique Dussel, quien decía que los seres humanos estamos conectados desde nuestro nacimiento.
“Venimos de otra persona: nacemos dentro de la piel de alguien. Venimos de una comunidad que nos antecede; nuestros mapas neuronales vienen de la experiencia de nuestra madre. Y, cuando rastreamos esa raíz de donde venimos, nos vamos dando cuenta no solamente de todos los ancestros que están detrás, sino que, en última instancia, estamos ligados de manera radical a la madre naturaleza. Somos una comunidad de vida, pero eso lo hemos olvidado”, dijo.
Señaló que, por más de 500 años, el proyecto civilizatorio de la modernidad ha promovido el olvido de esta verdad esencial, exaltando valores individualistas y egoístas. “Se nos ha repetido, hasta el cansancio, que somos individuos y por eso es que creemos que es así”, expresó.
Colmenares explicó cómo el neoliberalismo ha cimentado esta transformación, redefiniendo al ser humano como un individuo autocentrado; es decir: un yo. “Y este yo, que busca su propio interés, termina siempre por convertir a todos los demás en cosas, en mediaciones para sí mismo. Cuando tú tienes una sociedad; es decir: un entramado en el cual todos se asumen a sí mismos como individuos, todos terminan volviéndose medios unos de otros, todos terminan cosificándose unos a otros. Y eso es lo que vivimos en la sociedad moderna, la pérdida del contacto humano y comunitario”, argumentó.
Para la mexicana, la urgencia de recuperar la comunalidad no radica únicamente en reconstruir los lazos humanos y comunitarios, sino también en enfrentar el problema ecológico que amenaza a nuestro planeta.
“Tenemos que recuperar esa visión de que somos una comunidad de vida, una comunidad con la madre naturaleza, que no es una idea abstracta, sino que es una realidad. Nuestra carne está constituida de polvo de estrellas y de naturaleza. En nuestra sangre recorre la vida que ha estado subsistiendo por más de 3500 millones de años”, subrayó.
Katya Colmenares advirtió sobre las consecuencias del proyecto civilizatorio de la modernidad, al que caracterizó “de muerte”. Enfatizó la necesidad de otro paradigma que coloque la vida toda y la relación comunitaria en el centro.
Crisis ambiental: un llamado de alerta
En su reflexión, Katya Colmenares calificó la situación ambiental actual como catastrófica, enfatizando la gravedad de los desequilibrios ecológicos. “Por ejemplo, ante la falta de agua limpia y apta para el consumo humano, las fuentes de agua están llegando a un punto crítico de agotamiento debido a la contaminación del subsuelo. Esto afecta el ciclo natural del agua, rompiendo el equilibrio necesario para su renovación. Estamos utilizando reservas que, poco a poco, comenzarán a escasear, y en algunos lugares esta falta ya se comienza a sentir. Las grandes ciudades van a empezar a colapsar”, alertó.
En este contexto, la pensadora mexicana recordó que La Paz, en Bolivia, se quedó una semana sin agua, lo que provocó que la ciudad se paralizara. Estos episodios, explicó, son alarmas que nos advierten sobre un sistema en crisis que prioriza el capital sobre la vida.
Además, denunció la acción de las élites económicas que perpetúan la crisis mediante decisiones como la quema de bosques para prácticas agrícolas intensivas, ignorando las necesidades del planeta. “Estamos viviendo realmente un mundo en el que la vida no está en el centro. La vida no está en el centro de las necesidades, de las prioridades. El sistema actual va camino al colapso, porque no hay manera de que el planeta Tierra aguante el nivel de explotación y la búsqueda del aumento de la tasa de ganancia que exige el capital”, acentuó.
Katya Colmenares recalcó que el derroche que caracteriza a la modernidad no responde a necesidades reales, sino a un modelo que privilegia el lujo y el incremento de beneficios económicos de un pequeño grupo humano.
“Hay un montón de alimentos que se tira a la basura, porque hay un montón de producción que no sirve para nada. Se está dejando de lado las necesidades de la vida y se está poniendo al centro las necesidades del capital, y estas son infinitas. El problema es que nuestro planeta Tierra no es infinito, es finito”, destacó.
El vivir bien de los pueblos originarios
La maestra descolonial Katya Colmenares manifestó la necesidad de que la humanidad dirija su mirada a los pueblos originarios, quienes son el recordatorio de la sabiduría de la vida. “Ellos han vivido por miles de años sin causar estos desastres que estamos viviendo hoy”, aseveró.
Insistió en que la humanidad tiene que avanzar hacia un modelo de vida otro, aunque reconoció que es un vasto desafío. “El gran reto que enfrentamos es que la vida moderna nos impulsa hacia un ideal inalcanzable y no sostenible. Para que una persona sea considerada exitosa según los parámetros de la modernidad, debe llevar un modo de vida burgués: gastar sin preocupación, disfrutar del lujo y la abundancia. Sin embargo, para que esa vida sea posible, es necesario que, debajo, exista un montón de personas incapaces de reproducir siquiera una vida medianamente digna. En este sistema, la riqueza de unos pocos va junto a la pobreza de muchos. Es decir: no son excluyentes, sino más bien codeterminantes”, alegó.
En tal sentido, Colmenares subrayó que la modernidad, basada en lo cuantitativo y en la acumulación infinita, es insostenible. Por otro lado, “el vivir bien de los pueblos originarios, nos habla de la vida digna, del poder comer, beber, tener vestido, tener una casa, pero no en el lujo. Tenemos que trabajar de manera fuerte en la formación, en el poder reconstruir un ideal de vida en armonía con la naturaleza [no humana], un ideal de vida que incluya la vida digna de todos”, meditó.
Explicó que los medios de comunicación occidentales han permeado tanto el imaginario de los pueblos, al punto de que incluso personas de izquierda, comprometidas con las luchas sociales, están criando hijos que, eventualmente, podrían convertirse en los termidores de la revolución. “Es decir: hijos con una conciencia burguesa. Tenemos que tener muchísimo cuidado con esto. Debemos comenzar a reflexionar sobre cómo reconstruir la comunidad, asegurar que nuestros hijos se integren en los procesos de formación y responsabilidad. Considero que estos son aspectos centrales que deben caracterizar a la comuna”, dijo.
En el caso venezolano, la mexicana resaltó el papel de las mujeres como pilares de la Revolución Bolivariana. Señaló que las mujeres no solo son “paridoras de la vida”, sino también líderes en organización, disciplina y responsabilidad.
Afirmó que, en la Revolución Bolivariana, la mujer ha ido tomando muchos espacios importantes.
Katya Colmenares invitó a recuperar la sabiduría de la vida. “Hemos perdido mucho conocimiento en muchos lugares del mundo sobre lo que significa parir, lo que significa dar de mamar. Esa sabiduría de la vida implica que no tengamos que dejar de ser mujeres para estar en la lucha, para estar en el trabajo, para tener otras responsabilidades ante nuestra comunidad. Que la comunidad también se estructure de tal modo que nos proteja también, que nos dé mejores condiciones para amamantar, maternar y también cuidar de la comunidad. Es verdad que la mujer tiene una potencia de vida, una resistencia, una fuerza sin parangón. Necesitamos condiciones para sacar toda esa fuerza. Y creo que entre nosotras debemos ir también construyendo una cultura de tribu, una cultura comunitaria”, declaró.
En ese sentido, la maestra descolonial Katya Colmenares llamó a las mujeres a desandar los caminos del egocentrismo y la competencia, promovidos por la modernidad. “Tenemos que desandar ese camino y poner el ejemplo de cómo caminar como tribu, cómo ser un pilar de comunidad y cómo enseñar a nuestros hijos a ser responsables. Porque a eso vinimos finalmente a este mundo”, platicó.

La corresponsabilidad frente al egoísmo
Katya Colmenares, autora de los textos Hacia una ciencia de la lógica de la liberación y Hacia una comunidad de vida, explicó la diferencia fundamental entre lo comunitario y lo social. Señaló, cómo la sociedad moderna ha moldeado a los individuos desde una perspectiva egoísta y autocentrada.
“Si pensamos que la sociedad moderna está constituida por individuos aislados, todos terminan por cosificarse a sí mismos. Es una sociedad que funciona bajo la lógica del ‘sálvese quien pueda’. Es una guerra de todos contra todos”, detalló.
En contraste, la filósofa mexicana describió a la comunidad como un espacio de relaciones humanas, basadas en la corresponsabilidad y en el interés por la reproducción de la vida comunitaria.
“En la comunidad, yo me hago cargo de los otros, yo me hago responsable de los otros. Y cuando todos se comportan de esa manera, hay una corresponsabilidad, hay una relación verdaderamente humana. Es decir: el interés no está puesto en mí misma, el interés está puesto en el otro, está puesto en la reproducción de la vida de todos. En donde cada uno se ve a sí mismo en función del servicio que yo pueda prestar a la comunidad”, apuntó.
Novedad histórica
Sobre la relación entre el Estado y el pueblo en los espacios comunitarios, Katya Colmenares destacó la visión de Hugo Chávez de que las comunas deben convertirse en el núcleo del poder estatal. Según la pensadora mexicana, el objetivo es que el poder se desplace progresivamente hacia las comunas, reduciendo la relevancia del Estado moderno y sus estructuras de dominación.
“Hugo Chávez tenía la visión de que había que ocupar las instituciones del Estado moderno. No porque realmente se creyera en ese Estado, sino porque había que ocupar esos espacios para interrumpir las relaciones de dominación que se daban desde esos espacios. Pero con la idea de ir construyendo por fuera de ese Estado moderno espacios de comuna, en donde cada vez se pudiera ir avanzando en la construcción de un poder popular. Un poder popular que para poder avanzar tiene que ir desarrollando, por ejemplo, capacidades productivas. Tiene que ir construyendo institucionalmente mayores posibilidades de reproducción de la vida de la misma comunidad”, distinguió.
Colmenares remarcó que el poder, en su esencia, pertenece al pueblo y se manifiesta en la capacidad de garantizar la reproducción de la vida. En este sentido, las comunas representan una alternativa radical e innovadora, que redefine las bases del poder y la gobernanza.
“Si nosotros nos vamos uniendo, vamos uniendo voluntades, vamos uniendo esfuerzos a través del consenso, pues vamos teniendo cada vez más poder. Entonces, la idea es que las comunas puedan ser esos espacios en donde se vayan construyendo nuevos consensos, nuevos apoyos, nuevas iniciativas de producción y reproducción de la vida, para que vayan disputándole también al Estado moderno el poder. Y que entonces podamos pensar, en lugar de un Estado comunal, una comuna como Estado”, planteó.
Afirmó que la Revolución Bolivariana es un proyecto único, que no tiene precedentes en su enfoque hacia el poder comunal. “Lo que ha planteado la Revolución Bolivariana es una novedad histórica, de las más radicales, de las más fructíferas, fértiles e innovadoras que se han dado en los últimos siglos. Yo quiero —y siempre que tengo la oportunidad lo hago— repetirle al pueblo de Venezuela que realmente son una vanguardia en este momento. Es decir: que no hay ningún otro proyecto más radical que la Revolución Bolivariana”, declaró.
Recordó que luego del derrumbe del socialismo del siglo XX, la izquierda se fue quedando sin alternativas. “Venezuela no tiene que voltear a ver a ningún lado, tiene que verse a sí misma, tiene que creer en el proyecto que está construyendo, y eso significa revisar la educación, la producción… Es decir: abrir camino, porque no hay ningún otro lugar donde se esté haciendo lo que hoy se lleva a cabo en Venezuela con el poder comunal”, puntualizó.
Descolonización de todos los aspectos
Katya Colmenares subrayó que no existe una fórmula única para construir la comunalidad, ya que implica abordar múltiples transformaciones necesarias en todos los aspectos de la vida. Según la filósofa, el proyecto de modernidad ha alterado profundamente las dinámicas humanas, haciendo indispensable una descolonización en todos los sentidos.
“Hay que descolonizar nuestra educación que es moderna por todos lados, eurocéntrica por todos lados. Que se creen todos los prejuicios cartesianos de la separación sujeto-objeto, de las jerarquías, del racismo. Es decir: hay tantas cosas que hay que transformar. En la educación tenemos que transformar, empezar a mirar desde nuestras necesidades y desde nuestro proyecto. Nuestro proyecto como Venezuela, como América Latina, como humanidad. Hacia dónde queremos ir, hacia dónde queremos construir la vida. Y entonces empezar a pensar la educación que es pertinente”, instó.
Insistió en la necesidad de nuevos currículos educativos. “Nuestros currículos no tienen nada que ver con nuestra realidad, ni con nuestra vida, ni tampoco con lo que se necesita hoy en día. Los currículos de educación están totalmente obsoletos y colonizados. Ahí hay que hacer una transformación muy radical, muy fuerte, muy profunda, para ir enfocándolo todo, yo diría, desde la vida y desde la comunidad”, sostuvo.
Katya Colmenares dijo que hay que enseñar a nuestros hijos a hacer comuna: “Hay que enseñar a nuestros hijos que lo principal es alinearnos con la vida, que nuestros proyectos estén alineados con la vida”.
Otro aspecto clave señalado por Katya Colmenares es la producción. Abogó por un modelo productivo basado en los recursos locales, respetando las características de la naturaleza no humana y las tradiciones culturales. “Y empezar a trabajar en la revalorización de esos mismos productos, como la yuca. Recuperar nuestra cocina, pero también criticando nuestra cocina porque hemos estado colonizados”, expresó.
Para la filósofa, muchas de las comidas que consumimos actualmente no solo son ajenas a nuestras culturas, sino que también son perjudiciales para nuestra salud. Estas prácticas culinarias, reiteró, son una extensión del colonialismo que nos ha impuesto hábitos alimentarios desconectados de nuestra realidad y necesidades. “Tenemos que hacer una descolonización del estómago”, exhortó.
La esperanza como resistencia
Para finalizar, Katya Colmenares llamó a mantener la esperanza en un contexto histórico lleno de retos y crisis globales. De acuerdo con la pensadora mexicana, la modernidad ha intentado despojarnos de la esperanza, al fomentar la desunión y hacernos sentir pequeños e impotentes. Frente a esto, acució a reconstruir la unidad y a reconocernos como parte de algo que nos trasciende.
“Cuando uno se pone al servicio de la vida, no hay manera de perder la batalla. A través de 3500 millones de años, la vida ha buscado sus caminos y yo creo que hay que encomendarse a esa sabiduría que, además, está dentro de nosotros: no está en otro lugar. Ahí nos vamos a encontrar todos. Yo recuerdo una frase, o una idea más bien, que hace poco escuchaba de una persona que pensaba sobre la esperanza desde la tradición del Islam y decía que tenemos que dar todo lo que podamos para hacer resurgir la vida y ponernos al servicio de los oprimidos. Si ganamos, tendremos nuestra recompensa en esta vida; y si no ganamos, sepamos que, de todas maneras, estamos del lado correcto de la historia. Aunque no podamos ver la victoria, sabemos que llegará, tarde o temprano”, concluyó.
Redacción: José Tomedes Gutiérrez