Caracas, 16 de febrero de 2024 (Prensa Mincomunas).- Comunidad de Misintá y organizaciones populares del estado Mérida se integran para fortalecer la memoria biocultural andina para la conservación de humedales del páramo merideño, ecosistema muy importante para la vida toda.
La comunidad de Misintá ha encontrado su propia forma de organizarse, sobre todo en torno al cuidado del agua. Francisco Nava, especialista del Centro de Agricultura Tropical del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC)-Mérida, comenta que “la comunidad de Misintá, como otras comunidades merideñas, ha buscado mecanismos sustentados en conocimientos ancestrales que les permiten resguardar la vida que representa el agua en sus territorios. De ahí derivan muchas cosas más, porque, de ahí para abajo, eso ha condicionado la forma en la que ellos se relacionan con el otro y con la naturaleza. Yo lo llamo la magia de los bienes comunes o la magia de los elementos comunes para la vida. El agua genera procesos de organización, pues el agua es necesaria para la vida. Son procesos profundamente robustos, porque de ello depende la vida de la gente, la vida no solo individual, sino comunitaria”.
Rescate de los humedales del páramo merideño
El investigador reconoce el trabajo que vienen realizando las organizaciones populares como la Asociación de Coordinadores de Ambiente por los Agricultores de Rangel (ACAR) y la Asociación de Comités de Riego del Municipio Rangel para el cuido de los humedales del páramo merideño. “Ellos han venido rescatando tradiciones como la siembra de agua, de la mano de personas como Ligia Parra, conocida como ‘la sembradora de agua del Páramo’, que tiene más de 20 años reproduciendo ese conocimiento y quien ha participado en la recuperación de cientos de humedales”.
Nava señala que, entre las prácticas que realizan los comités de riego de resguardo de humedales, se encuentra el cercado de estos para que el ganado no entre y pise el musgo, ya que esto puede provocar erosión y el posterior secado de estas áreas.
“Los comités de riego descubrieron que eso era lo que estaba ocurriendo, ligado además a un cambio del uso de la tierra. La llegada de rubros como la papa, la zanahoria y el ajo generaron un cambio en la forma de producción. Se terminaron echando esos animales al Páramo y causando la pérdida de humedales. Los comités de riego, al percatarse de ese riesgo, empezaron rescatar los humedales a través de los resguardos, donde cercaban estos para que los animales no pasaran; además reforestaron las cuencas de los ríos y generaron una serie de acuerdos comunitarios, a través de los reglamentos de los comités de riego, que permitieron generar una relación de autoridad y de respeto hacia el Páramo y los humedales; donde es evidente que hay una ruptura epistémica, una ruptura ontológica, en la forma en la que ellos se relacionan con ese entorno, reconociendo a los páramos, a las aguas, a las plantas y a los animales que viven ahí como sujetos de derecho”, relata Francisco Nava.
En cuanto a la red de Productores Integrales del Páramo (Proinpa), Nava resalta la dedicación de esta organización popular a la tierra, a la semilla y a la alimentación de Venezuela. “Ellos tienen muchas iniciativas exitosas sobre la producción agroecológica, la producción sin agrotóxicos, el cultivo de papas nativas”.
“Estas son las principales formas en las que la comunidad de Misintá enfrenta la crisis ambiental global, desde todas estas experiencias”, añade Nava.
Realidades locales
Para el biólogo venezolano Francisco Nava, son las comunidades las que, a través de sus experiencias, conocimientos y realidades locales, exponen las iniciativas de resistencia ante la crisis ambiental global, causada por la modernidad, un modelo civilizatorio que amenaza con la destrucción, no solo la diversidad biológica de la región, sino de todo el planeta.
“En los proyectos, buscamos esas experiencias, esos procesos que se están desarrollando en comunidades como resistencia a la crisis sistémica causada por la cultura moderna y el capitalismo en su fase neoliberal y sus lógicas de relación con el entorno. Esas iniciativas de resistencia están sustentadas en la memoria biocultural que forma parte de los pilares fundamentales de esos procesos que se denomina ‘ecologismo popular’, que busca defender y resguardar las condiciones de vida local”, explica el ecólogo venezolano.
En tal sentido, refiere el reciente proyecto realizado por niños y niñas de la Escuela Patricio Zerpa Misintá, en acompañamiento del grupo de trabajo Atelopus Venezuela (proyecto financiado por el Ministerio del Poder Popular Para el Ecosocialismo), en el que exponen, por medio de un documental denominado “El cuidado del páramo merideño: investigando y creando conciencia desde la Escuela Misintá”, los desafíos que enfrenta la comunidad de Misintá ante la crisis ambiental global y los esfuerzos que hace por cuidar y mantener las condiciones que permiten la vida toda.
“Este documental tiene que ver con el cuidado de los humedales, principalmente, pero también con la producción de alimentos sanos y soberanos, con organizaciones populares como la Asociación de Comités de Riego del Municipio Rangel, la Asociación de Coordinadores de Ambiente del Municipio Rangel (ACAR) y la red de Productores Integrales del Páramo (Proinpa), que se han dedicado desde hace varias décadas a cuidar los cuerpos de agua, el agua como un elemento fundamental para la vida y el desarrollo de las comunidades merideñas”, detalla Francisco Nava.
El ecólogo del IVIC-Mérida destaca que uno de los objetivos principales de estos proyectos de investigación es activar la memoria biocultural en las infancias y juventudes que forman parte de estas comunidades. “Pensando en ellos no solo como el futuro, sino también como seres, como sujetos capaces de generar conocimientos y gestar con ellos contextos de aprendizajes que nos permitan construir el conocimiento de forma colectiva y colaborativa, basado en los principios robinsonianos de la educación popular”.
Conocimientos populares disruptivos de la cultura moderna
Francisco Nava asegura que proyectos comunitarios, como el realizado por niños y niñas de Misintá, son disruptivos de la cultura moderna, pues se piensa que es la ciencia la redentora, la que ofrece las soluciones a los problemas que provoca el modelo civilizatorio que la sustenta.
“Las soluciones están en las comunidades, en sus conocimientos, en sus creencias, en sus emociones y sus acciones. Nosotros partimos del reconocimiento de las comunidades como sujetos generadores de conocimientos, no el científico. Es en estas comunidades donde está la alternativa a otra forma de generación de conocimientos, distinta a la ciencia moderna. Estas comunidades lo demuestran en los resultados de sus acciones. Su existencia misma es una muestra de que estas formas de conocimientos son capaces de generar soluciones también”, puntualiza Nava.
24 años de trabajo comunitario
Ligia Parra, coordinadora general de la Asociación de Coordinadores de Ambiente por los Agricultores de Rangel (ACAR), expresa que, desde hace 24 años, viene trabajando en la comunidad de Misintá para el cuidado de las nacientes manantiales y humedales que dan vida a la microcuenca de la cuenca alta del río Chama. “Una tarea en la que ha participado toda la comunidad”.
La activista ambiental precisa que la ACAR cuenta con tres programas: un programa que tiene que ver con el cuido, resguardo y protección de los humedales, manantiales y nacientes de agua; el segundo programa es la siembra del agua, que es una práctica ancestral que han recopilado de sus abuelos; y el tercer programa refiere todo lo relacionado con la educación, “sobre lo que debemos hacer para cuidar y proteger a nuestra madre tierra, especialmente al agua”.
Dice que este programa se ha llevado, igualmente, a otras comunidades, como el pueblo de Mucuchíes, ubicado también en el municipio Rangel, estado Mérida. “Todo se hace en comunidad, conjuntamente con la escuela, con los comités de riego, con las organizaciones populares”.
Ligia Parra enfatiza la necesidad de sembrar conciencia en los adultos y, principalmente, en los niños y los jóvenes de cuidar, amar y respetar a quien nos da la vida: la madre tierra.






