Caracas, 19 de diciembre de 2023 (Prensa Mincomunas).- Durante su participación en el programa radiofónico «En clave comunal», el filósofo boliviano Rafael Bautista Segales afirmó que lo comunitario es inherente al desarrollo de la vida, y que esta lógica comunitaria ha sido conocida, expresada y cultivada por los pueblos originarios en el ámbito humano.
“La lógica de lo comunitario tiene que ver con aquello que llamamos ‘la complementariedad en la reciprocidad’. Esto significa que, en la vida, todo se complementa. Las oposiciones en la vida no divergen en última instancia, sino que, incluso, se oponen para converger, de nuevo, en una renovada, una novedosa estructura que va, continuamente, restaurando el sentido comunitario de la vida”, expresó Bautista.
En tal sentido, el pensador boliviano dijo que esta complementación no es unilateral: “Yo no me complemento a costa de otro; sino la única forma de complementación comunitaria es de modo recíproco, de tal forma que la complementación de un polo de la relación implica, también, la complementación del otro. Y esto se da en el ámbito del encariñamiento”.
Rafael Bautista explicó que, cuando se habla, por ejemplo, del encariñamiento de la producción, hay dos formas de conseguir o lograr excedente. “El capitalismo consigue excedente en la producción, forzando a la Tierra a producir este excedente de modo obligado. En la producción capitalista se violentan las dinámicas, el ritmo propio de lo natural, porque el afán de una producción de carácter exponencial tiene que ver con aquello que llamamos el ‘consumismo’. Y esto —digamos— genera una suerte de producción que ya es literal explotación, y lo que se llama ‘extractivismo’”.
El maestro descolonial aclaró que el extractivismo no es simplemente extraer algo de la Tierra. “El extractivismo tiene que ver con la destrucción de todo el ecosistema y el ambiente que hace posible la existencia de un recurso determinado. Por lógica exponencial, esta explotación que, básicamente, se propone extraerle todo a la Tierra, inevitablemente destruye todo lo que alrededor tiene relación con estos recursos e inevitablemente destruye, de modo exponencial, todo ese ecosistema”.
Contrario a este concepto de muerte, Rafael Bautista aseguró que lo comunitario es una lógica de vida: “Una lógica que la vida misma expresa en su propio deseo de desarrollo, restauración y renovación. En correspondencia con esa lógica, nuestras culturas y nuestros pueblos, de modo ancestral, habían diseñado una forma de vida que también dentro de esta lógica ha generado lo que llamamos la forma ‘comunidad’. El espíritu comunitario tiene que ver con ponerse a la altura y rescatar esto que, por siglos, han venido insistiendo nuestros pueblos en señalar que, en última instancia, todas sus movilizaciones, todos sus levantamientos, todas sus rebeliones están orientadas a la preservación de esa forma de vida, que, ahora, está demostrando ser más racional, más verdadera y más digna, que la forma de vida que ha traído la conquista, la colonia y toda la dominación que hemos sufrido, en este diseño global centro-periferia”.
Con lo anterior dicho, el escritor boliviano indicó que ese espíritu comunitario es lo que alimenta la fuerza del poder popular, expresado en sus movilizaciones, en sus resistencias, en sus rebeliones. “Esa fuerza es lo que le brinda la misma madre tierra, porque la energía del ser humano está en correspondencia y consonancia siempre con la energía que le brinda la propia Tierra, siempre y cuando el ser humano sea capaz de reconexión con ello”.
Un gran desafío
Ante la pregunta de cómo se puede hacer la reconexión comunitaria frente a ese diseño global centro-periferia que nos ha sido impuesto, Rafael Bautista admitió que hoy es un gran desafío y “también la nota categórica que nos está mostrando por qué es tan dramática una transición civilizatoria de un mundo unipolar a un orden de carácter multipolar, aunque yo le llamo el ‘desorden tripolar actual, sin fisonomía definida’. Es el gran desafío porque la modernidad ha generado una suerte de narrativas fundacionales que han estructurado los propios hábitos; las propias costumbres; los propios gustos gastronómicos, estéticos”.
En este sentido, el filósofo detalló que se ha constituido un sistema de creencias “que es el piso, la base y el fundamento de todo el universo racional que, después, formaliza esas creencias en argumentos racionales. De tal modo que, con la expansión del conocimiento que ha producido la modernidad para desarrollar el carácter exponencial de su dominación global, está mostrándonos que el ser humano está muy arraigado en este tipo de valores y creencias que la modernidad ha impuesto”.
Describió que, en la modernidad, el ser humano es reducido a individuo, “aun ego que cree que se basta por sí mismo. Quien ha perdido ya toda relación comunitaria y solo expresa relaciones de carácter instrumental, que se llama mercantil con los otros seres humanos. Es decir: eso ya no produce comunidad, eso produce disgregación, incluso social”.
Hay que superar el capitalismo
Rafael Bautista apuntó que el capitalismo, para que pueda ser superado, tiene que ser comprendido —como señalan estudiosos del tema como Franz Hinkelammert— como una religión, “que ha sido capaz de desplazar a todas las demás religiones, incluso de funcionalizarlas al servicio de la reposición y restauración continua del capitalismo, bajo otras fisonomías. Es por eso que el capitalismo se alimenta de las crisis para reformular sus opciones, restaurar sus fundamentos, sus directrices; pero que pone en crisis todo lo demás. Pone en crisis a la humanidad, al planeta, a la vida. De eso, precisamente, se alimenta el capitalismo que, como un cáncer, destruye todo el ambiente en el cual se desarrolla”.
Señaló que es “curioso” como, actualmente, hasta las nuevas potencias emergentes no ven otras opciones, sino dentro de los marcos práctico-geopolíticos/energéticos, que el propio capitalismo ha instaurado como los únicos viables posibles y deseables. “Pero si cambiamos de perspectiva, ya todo esto se ve como lo que realmente es: un proceso continuo de destrucción sistemática de la vida toda. No es solamente una señalización del capitalismo en cuanto a economía”.
Rafael Bautista subrayó que hay dos grandes mitos que amparan, protegen, justifican y legitiman al capitalismo: “desarrollo” y “progreso”. “Pero si nosotros somos capaces de poner en su misma dimensión el grado de afectación que producen el ‘desarrollo’ y el ‘progreso’, tanto en la humanidad como en la naturaleza, lo que aparecen como grandes logros, avances, beneficios, inevitablemente aparecen también todas las externalidades que produce como efectos colaterales, que es la verdadera dimensión que nos muestra lo suicida de estos tipos de mitos que alimentan básicamente la codicia como el afán infinito de acumular la riqueza”.
Ante este escenario, Rafael Bautista advirtió que “no hay alternativas” si la humanidad se empeña en permanecer dentro de los marcos de interpretación de la realidad que la modernidad y el capitalismo han naturalizado en nosotros. “Lo único que nos conduce este ‘no hay alternativas’ es a la consigna: sálvese quien pueda. Es decir: la lucha de todos contra todos. Es lo que está sucediendo en este momento a nivel individual, social y planetario”.
Enfatizó que el mundo del siglo XX ya no existe; por lo que si persistimos en esa perspectiva de ese mundo que ya no existe, lo único que hacemos es prolongar la vida de un “moribundo”, que es este mundo que se está viniendo abajo. “Pero si cambiamos de perspectiva, la cosa cambia, porque solo cambiando de perspectiva se abren opciones que no creíamos posibles, pero cambiando de perspectiva aparecen como posibles”.
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