Enrique Dussel: El poder participativo del pueblo hay que institucionalizarlo políticamente

Prensa MinComunas/Karina Depablos.- Para el historiador y filósofo argentino-mexicano Enrique Dussel, el poder participativo del pueblo no debe ser eventual, debe ser constitucional; porque el ciudadano que participa en la comunidad de base se transforma en Estado y puede ejercer un poder de vigilancia, auditoría y dirección para resolver los problemas reales (por ejemplo, en los servicios públicos), con el fin de determinar las prioridades en el uso del presupuesto nacional.

“No se puede eliminar el Estado porque, en el caso de los países como Venezuela, Brasil, México, el Estado es una defensa contra la voluntad dominadora de las potencias del Norte. Si disolvemos el Estado, quedan los individuos ante la potencia de los Estados europeos o norteamericanos. El Estado no solo cumple una función interna, cumple una función de protección de lo externo, y también de organización interna”, explicó.

De acuerdo con el profesor e investigador Enrique Dussel, la vida comunal es la verdadera organización para proteger la vida. “Hay que potenciar la vida de esas pequeñas comunidades de 500, 1000 o 5000 mil habitantes, que estos ciudadanos puedan discutir de viva voz sus problemas particulares para solucionarlos y que puedan exigir respuestas a los representantes de la democracia representativa sobre los problemas que tienen; cuando no lo haga la democracia representativa, que tengan el poder de auditar esa instituciones y exigirles que cumplan las funciones que la base ha exigido legal e institucionalmente de manera normal”, manifestó.

Dussel aseveró que los comuneros y las comuneras deben tener mayor participación en los órganos públicos para trabajar directamente por la transformación de su comunidad, con el objetivo de vivir bien.

“El poder participativo es el pueblo. Nunca se crearon algo así como instituciones oficiales del Estado donde el pueblo participe todos los días, donde tenga una presencia continua, como el ejemplo de un barrio que elige un representante del pueblo, que gasta dos dólares por mes para ir a ver un juzgado si funciona bien, y si funciona bien, dice todo marcha bien y se terminó su función. Es un obrero que pide dos horas pagas con su salario y no se dedica a la política, pero participa y tiene la autoridad de poner en cuestión a todo el aparato del poder representativo. Eso significa un poder participativo del pueblo, distinto”, expresó.

El filósofo añadió que la democracia representativa, en este momento, está en crisis en todo el mundo, porque la clase política se corrompe fácilmente y traiciona los intereses del pueblo.

“Ahora vemos cómo usan el poder en beneficio propio y no del pueblo. En nuestro tiempo, la mayor parte de la clase obrera está comprometida con el capitalismo, porque tiene garantizado un sueldo, un retiro y una legalidad que lo hace casi un privilegiado. Sin embargo, la clase obrera no es todo el pueblo. Hay muchos otros actores. No es solo la clase obrera, sino los pueblos originarios, las mujeres, los ciudadanos que no son blancos, los pobres y entonces a todo eso, ¿cómo le llamamos? Le llamamos ‘pueblo’, y ese pueblo debe estar dirigiendo y ejerciendo su poder; esa es la importancia de la comuna. La soberanía está justamente en el poder comunal y participativo del pueblo”, enfatizó.

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